jueves, 13 de marzo de 2008

Fossy

Parece que era ayer cuando el primu Chichi apareció con una bola de pelo con nombre y todo: Fossy.
Mi padre se lo "apropió" y se lo llevó pa Carmeneru para criarlo al lado de las vacas que allí cuidaba.
Aquél cruce de pastor alemán y perra común, se convirtió en un cachorro precioso, cariñoso, e inteligente a rabiar.
Era de esos perros que siempre se van con el pastor, que nunca se quedaba a "callejear" por el pueblo. De los que mordía en los "corbiyones" cuando la ocasión lo requería. De los que siempre te recibía con un halago si le llegabas con buena intención.
Soportó un destierro involuntario -por llamarlo de alguna manera-, y regresó.
Soportó un accidente de carretera que le costó una mano y una pata rotas y gracias a mi empeño también sobrevivió. A partir de ahí su cariño hacia mi se multiplicó, y allí donde yo fuere aparecía él, con lo que a mi me parecía una sonrisa sincera, y un abrazo caluroso. Era lo mas cariñoso que te pudieras encontrar.
Le encantaban los niños, y en cuanto veía uno se iba, palo en boca, hacia él para que se lo lanzara bien lejos. Le encantaba ese juego, y siempre regresaba triunfante con el palo.
A mi me encantaba hacerle fotos y a él le encantaba posar.
Era un perro de esos a los que "solo les faltaba hablar".
Capaz de reconocer a los primos de Argentina cuando después de cinco años desde su primera visita aparecieron por sorpresa una tarde del verano del 91.
Así fue durante los trece años que vivió con nosotros.
La primera vez que volví a casa tras venirme a Barcelona, le encontré casi ciego, casi sordo, y pudiendo apenas mantenerse en pie. Al reconocerme cuando le hablé y toqué, se puso tan contento que le agarró un ataque de tos que casi lo ahoga. Para no verle sufrir más, le mandamos al veterinario ayudarlo a "morir dignamente". Y le enterré detrás de la casa, junto a una fotografía de ambos, porque quería creer que así me llevaría con él para siempre al paraíso de los perros, que es donde sin duda descansa.
Queda feo decirlo, pero probablemente fue "la persona" que mas eché de menos cuando me vine solo a esta ciudad.
Aún el día de hoy, hay veces que sueño con él. Y cuando lo hago, siempre nos reencontramos y nos revolcamos por el suelo entre lametones y abrazos. Y me despierto con una sensación de felicidad enorme por haberlo visto de nuevo.
Aquí queda un video en homenaje al mejor perro que jamás hubo en mi casa: Fossy.